Un
solo
mordisco
Primera
parte
Dolor,
era todo lo que sentía. Un inmenso dolor
que recorría todo mi cuerpo, podía
recordar todo lo que había pasado, el por que había llegado a esta
situación. Sabía que no estaba muerta ya
que, siempre creí que el día que eso
sucediera todo cesaría,
que nada sentiría, ni dolor ni
pena, nada de nada.
El
alma se me desgarraba poco a poco, como si una cuchilla afilada se
recreara en mi interior, nunca creí que
maldeciría algo de lo que hiciera o
decidiera, pero así era. Cuando esa noche tan oscura como el más
intenso carbón tomé la decisión
de salir a correr, tendría que haberlo
pensado un poco más.
Sus
dientes se clavaron en mi cuerpo con brutalidad, todo fue rápido,
ni se paró para ver si estaba muerta o viva.
Solo me atacó y se fue satisfecho con lo que
acababa de hacer y ahí me quedé tendida
con la respiración entrecortada y notando
como mi corazón latía
cada vez más despacio. Lo único que podía
hacer era esperar a que todo terminara.
Eso
fue lo que hice, esperé pero nada sucedía,
el tiempo pasó, no sé
cuanto fue pero algo sucedió, creí estar
en los brazos de un ángel que me
conduciría a mi destino final y allí
todo terminaría. Pero
ahora que comenzaba a ser más consciente
podía notar como mi cuerpo descansaba en una superficie blanda y
cómoda, tanto mis manos como mis piernas
se movieron unos milímetros y muy
despacio, abrí los ojos esperando
encontrar la blancura de lo que creí que
sería el cielo. No es que hubiera sido una santa pero durante toda
mi vida intenté ser buena persona, ayudando a los que me rodeaban
sin causar daño a nadie.
Todo
lo que me rodeaba era oscuridad y noté como algo se removía
en mi interior, los ojos se me humedecieron, todo lo que había hecho
mientras mi corazón latía
con fuerza no había servido, no me había
ganado un puesto en el cielo, muy al contrario debía
de estar en lo más profundo del infierno
pagando por algún acto que no podía
recordar.
Intenté
concentrar mis sentidos en lo que me rodeaba y moví la
mano con mucho cuidado para poder reconocer algo, tenía miedo a
levantarme y descubrir cual podía ser mi penitencia pero nada
sucedió hasta que pude oír
algo que reconocí como la respiración
calmada de alguien.
No
estaba sola y ello provocó que me pusiera
más nerviosa de lo que ya estaba, ese
debía de ser mi castigador, el que me
aplicaría mi condena hasta el fin de los
tiempos si es que ese momento llegaba algún día.
—Arisa,
deja de una vez de darle vueltas al cielo y el infierno por que no
estas en ninguno de ellos.
Enmudecí
ante su tono de voz, fuerte oscuro y atrayente,
más que la luz para las polillas.
Mi cuerpo reaccionó por entero sin que yo pudiera
evitarlo, y de forma inconsciente intenté localizarlo entre la
oscuridad con mi pulso acelerándose por
momentos.
Tenía
que pensar, tranquilizarme y ser lo más
coherente posible. No es que esa fuera una de mis virtudes pero no
podía seguir callada.
—Por
lo visto sabe quien soy —respiré hondo y
mi cuerpo reaccionó ante el olor a mar que inundaba el lugar —¿quién
és? ¿dónde estoy?
¿qué me ha pasado?
—Estás
en mi casa —pude notar como se movía
cerca de mi —hace unas noches te
encontré, estabas
malherida, te habían atacado.
Que
me habían atacado ya lo sabía, no hacía
falta ser una lumbrera para darse cuenta, podía recordar el dolor,
como esas cuchillas se clavaban en mi carne lacerando mi yugular,
como la sangre iba cayendo formando un charco al rededor de mi rostro
y mi corazón cada vez latía más
lento, por lo mismo llegué a la conclusión
de que estaba muerta, lo más normal habría
sido no sobrevivir a un ataque como ese.
—No
debe de haber sido fácil.
Una
vez más su voz alteró todo mi sistema,
había algo en él, algo que me decía
que a partir de ahora mi vida había cambiado.
—Ser
consciente en todo momento de como la vida se te escapaba de las
manos.
—No,
no lo fue —por instinto mis ojos se
centraron en la dirección de donde
procedía la voz.
—Te
estas poniendo a la defensiva.
Como
no me iba a poner a la defensiva, aun no me había dicho quien era y
no me atrevía a preguntarle nada más,
siempre fui muy confiada con los demás
pero en la situación en la que me
encontraba lo único que podía hacer era desconfiar, estar a la
defensiva y a la espera de lo que ese hombre pretendía
hacer conmigo por mucho que mi cuerpo quisiera buscarlo y descubrir
si el suyo era tan potente como su voz.
—No
me has dicho quién eres.
—¿Eso
importa?
—Pues
sí, la verdad es que a mi me importa
—estaba jugando conmigo y yo cada vez me
sentía mas atraída
hacia él —¿qué pretendes hacer
conmigo?
—¿Quieres
la verdad?
—Sería
de agradecer —mucho más
en la situación en la que me encontraba.
Pretendiese
lo que pretendiese necesitaba saberlo, en mi interior sabía que mi
vida me había dejado de pertenecer, estaba completamente segura de
eso pero siempre fui un poco masoquista y saber que me iba a esperar
me interesaba.
—Entrenarte.
—¿Cómo?
¿qué quieres decirme con eso?
—No
creo que sea tan difícil de entender, he
sido muy claro al responder a tu pregunta y completamente sincero.
—¿Qué
tipo de psicópata eres?
—¿En
serio crees que soy un psicópata?
Una
nota de diversión se reflejó en su
pregunta lo que me saco más de mis
casillas.
—No
me has dado muestras de lo contrario, me tienes aquí
retenida, en la completa oscuridad —no
entendía por que contestaba y mucho menos
dándole explicaciones pero no podía
estarme callada, uno de los grandes defectos de mi personalidad —sigo
sin saber tu nombre y que pretendes hacer conmigo.
—Yo
no te tengo retenida, tu no has hecho por levantarte y justo en tu
lado derecho hay una pequeña lampara.
—¿Disfrutas
riéndote de mi?
—Más
bien disfruto de la conversación tan
disparatada que estamos manteniendo.
Me
incorporé no sin un gran esfuerzo, el
dolor de mi hombro recorriendo mi espina dorsal y atravesando mi
cabeza era brutal. Vale no estaba muerta, pero el dolor me estaba
superando. Una vez más los recuerdos del
ataque volvieron a mi mente, la sangre era lo que más
miedo me había dado ya que, una vez que caí al
suelo el dolor dejó de ser importante.
Encendí
la lámpara que se encontraba justo donde ese
hombre me había dicho. Mis ojos se cerraron de golpe hasta que poco
a poco se acostumbraron a la luz, de inmediato lo busqué pero la
potencia de la bombilla no era suficiente, se mantenía
oculto a mi. Si pude ver que estaba sentado en una silla a horcajadas
sobre ella.
—Y
sigues riéndote de mi —bien sabía
él que no podría
verlo.
—En
ningún momento me he reído
de ti ni es lo que pretendo —su tono de
voz se había endurecido, seguramente se había enfadado pero me daba
completamente igual —no te voy a negar
que estoy disfrutando con nuestra conversación.
—No
creo que esta sea una de las mejores
situaciones para intimar y ver que tenemos en común
pero si tu así lo ves...
—En
realidad lo que te espera no tiene nada de divertido, aun no eres
consciente de lo que te ha pasado, ni si quiera te has dado cuenta de
los cambios que estas experimentando.
—No
te entiendo.
—¿Qué
recuerdas de lo que te pasó?
—Salí
a correr y fui atacada por algún
tipo de animal, pensé que todo había
acabado que nada más me quedaba,
así que llegué a la conclusión
de que nada peor podía pasarme hasta que he despertado aquí
encerrada por un psicópata
que se está cachondeando de mi y que posiblemente después
de hacer de mi lo que le de la gana me matara.
—Tienes
muy mal concepto de mi —cada vez se lo
estaba pasando mejor y yo a cada segundo me sentía
mas desquiciada —no tienes en cuenta en
ningún momento que yo te salvé la vida.
—Si
me dieras tu nombre podría agradecértelo
como es debido.
Pude
ver como se levantaba y en menos de unos segundos la luz de la
lámpara se apagó para
notar su respiración a la altura de mi
oído y como su cuerpo se pegaba al mío.
Al contrario que la suya, mi respiración se aceleró
y mi cuerpo comenzó a arder, no podía controlar los impulsos que me
estaba provocando su cercanía y no
entendía por que estaba reaccionando de
esa manera, lo lógico tendría
que haber sido que el miedo se apoderara de mi que de alguna manera,
o que intentara defenderme aunque en ese vano intento todo terminara
para mi.
—No
tendría que preocuparte tanto mi nombre
como saber que fue lo que te pasó.
—¿Y
qué fue lo que me pasó? —mi voz
sonó entrecortada, me costaba pensar con su
cuerpo pegado al mío.
—No
fue un animal como crees, fue algo mucho peor —su
mano se acercó a mi rostro pero sin llegar a tocarme —una
criatura que ha cambiado tu vida de la forma más
radical. Sigues con vida pero ya no podrás
volver a lo que siempre has conocido, se acabó la seguridad y el
calor del hogar tal y como lo conocías,
pero eso no significa que todo haya acabado.
—Lo
pintas muy negro —cada vez se me hacia
más difícil
respirar, ese aroma de mar invadía
mis fosas nasales —para seguido intentar
regalarme una esperanza.
—No
todo se ha acabado, es lo que quiero que veas antes de que comprendas
lo que te ha sucedido.
El
miedo se estaba apoderando de mi, ¿qué
o quién había
sido lo que me había atacado? Tenía la extraña sensación
de que todo lo que había conocido hasta el momento se iba a
derrumbar. Los latidos de su corazón se
aceleraron unas milésimas, ¿como
podía darme cuenta de esas cosas? Intenté
concentrarme, prestar atención a lo que me
rodeaba. Si prestaba atención no solo
podía ver el contorno de los pocos muebles que había en la
habitación, llegaba a ver hasta los más
mínimos detalles, así
que decidí coger valor y mirarlo.
Sus
facciones eran duras y definidas, de cabello corto y negro como el
carbón, su nariz estaba pegada a mi
mejilla, parecía que se contenía
por no rozarse conmigo y yo no podía
moverme, no sin que el fuera consciente.
—Dime
de una vez que fue lo que me pasó —me
costó mucho pero lo encaré, ya me estaba
cansando de ese maldito juego —¿qué fue
lo que me atacó y que me hizo?
—Un
ser sobrenatural, lo que los humanos llamáis
un hombre lobo pero que esta muy lejos de la realidad, las leyendas
siempre han tenido una base real.
—Vuelves
a tomarme el pelo, ¿un hombre lobo?
—No
te estoy mintiendo, nunca lo he hecho ni lo haré —se
incorporó cogiéndome
de la muñeca y levantándome
—No somos hombres lobo como textualmente
dice la palabra, no somos medio lobo y medio hombres. Más
bien somos hombres que albergamos el alma de los lobos y estos nos
ceden sus habilidades, sus características.
—¿Cómo
pretendes que crea algo así?
—De
la misma manera que ya te has fijado en algunos detalles, como el
poder escuchar mi corazón o fijarte en mi
rostro en plena oscuridad.
—Deja
ya de tomarme el pelo.
—Acompáñame.
Así
lo hice, no me soltó la
mano en ningún momento, abrió unas
grandes puertas de madera y no pude evitar mirar la estancia cuando
la luz de un inmenso pasillo la iluminó. Era una habitación
de grandes dimensiones con una enorme cama de madera que lucia
grandes postes en cada esquina, era sobria pero bonita, con una gran
elegancia. Toda la decoración era del
siglo XV o esa fue la sensación que me
dio, no es que sea una experta pero siempre me llamaron la atención
esas cosas.
Caminamos
por ese pasillo hasta llegar a unas preciosas escaleras anchas en
caracol que daban paso a una preciosa entrada. No es que fuera una
casa cualquiera, más bien era una preciosa
mansión de época
que podía dejar a cualquiera con la boca abierta.
Salimos
al exterior rodeando la casa, las paredes de piedra estaban bien
cuidadas y en los ventanales de la planta baja se podían
apreciar grandes rosales cuidados con esmero.
—Dime
a donde me llevas.
—No
seas impaciente, solo quiero que veas lo que te espera desde ahora y
así compruebes que en ningún momento te
he mentido o he querido reírme de ti.
Se
estaba esforzando por hacerme ver la verdad que me estaba contando,
hacía un gran esfuerzo por no elevar la voz, por entender mi
postura. ¿Como iba a creer lo que me
estaba contando? Todo era demasiado irreal pero desde que habíamos
salido al exterior algo me estaba pasando. Los colores eran mucho más
vivos y sentía la inmensa necesidad de
notar la tierra bajo mis pies, quería echar a correr y no por la
necesidad de huir como sería lo más
comprensible.
—Te
sentirás mejor si te descalzas —lo miré
sorprendida intentando que mi corazón se
calmara, ese hombre me alteraba de una forma que no podía
comprender —solo es una sugerencia.
—¿Puedes
leerme la mente? —asintió.
—No
todo el tiempo —paró mirándome
a los ojos —eres difícil
de leer, te cierras a los demás
pero si puedo leer tu mente.
—¿Es
algún don?
—Tiene
que ver con lo que somos, con ser un lobo —lo
que me contaba era increíble, mi
curiosidad crecía a cada segundo.
¿Podría yo también
leer la mente? —con el tiempo, sí,
cuando te vincules con la manada.
—Vincularme...
—Paso
a paso Arisa, no va a ser fácil —claro
que no iba a serlo —vamos, nos están
esperando.
Frente
a nosotros había un enorme granero, o eso pensé en
un primer momento. Abrió las puertas y mis
ojos se agrandaron como platos, delante de nosotros se extendía
un enorme gimnasio y en el había al menos unas diez personas y unos
tres enormes lobos que se peleaban entre ellos.
Todo
era demasiado surrealista para mi vida sencilla y tranquila, aquello
era demasiado para mi. Suspiré intentando parecer serena cuando
todos pararon lo que hacían y giraron
hacia nosotros, lo que hizo que mi cuerpo temblara anticipándose
a lo que pudiera pasar, pero enseguida siguieron con lo que estaban,
como si hubieran recibido algún tipo de
orden por lo que lo miré mostrándole
lo asombrada y asustada que estaba.
—Todos
ellos son parte de la familia, son como tú y
como yo.
—¿Por
qué no has dicho nosotros?
—Por
que en realidad no somos iguales, tu has sido mordida, yo nací
siendo lo que soy.
—¿Soy
de una clase inferior? —pude notar el
reproche en mi pregunta, sorprendiéndome
—por lo que veo eso no cambia seamos lo
que seamos.
Tiró
de mi mano sacándome de allí sin
dejar de mirarme, la verdad es que sus palabras tal y como las
había dicho me habían
sentado fatal, siempre había tenido que
lidiar con situaciones como esa, siempre la dichosa clase social.
—¿Por
qué te lo has tomado de ese modo? —no
dejaba de mirarme mientras me conducía de
nuevo a la casa —siempre han existido las
clases, pero en el fondo todos somos personas.
En
nada estábamos en la cocina y el estaba
preparando unas tazas de té, podía olerlo
a la perfección cuando conseguía
separar su embriagador olor a mar del resto. No me era sencillo, su
olor penetraba en mi revolucionando mi cuerpo provocándolo como un
volcán en erupción a punto de estallar,
deseando tenerlo cerca, lo más cerca que nuestros cuerpos nos
dejaran.
Se
giró y sonrió, lo cual provocó que me pusiera
como un tomate, ¿cómo me iba a
acostumbrar a tenerlo en mi mente? Me volvería
loca si no conseguía sacarlo o bloquearlo
de alguna manera ¿podía hacerse?
—Si
que puede hacerse pero no te lo recomiendo de momento, el proceso de
tu conversión no ha hecho más
que empezar y no va a ser sencillo.
—Explícate.
—De
momento tus sentidos se están
desarrollando, pero pronto tu cuerpo comenzara a sentir cambios que
culminaran con la primera luna llena del mes.
—¿Eso
quiere decir que me convertiré con la luna
llena? —tenía la sensación
que mis ojos se me iban a salir, todo estaba siendo demasiado
surrealista y muy bien me lo estaba tomando —si
todo esto no era suficiente extraño ahora
si que...
—La
primera vez si, más siendo una convertida —me tendió
la taza sonriéndome para que me calmara —luego
será más sencillo,
lo conseguirás dominar y podrás
convertirte cuando tu lo desees.
Deseando leer la segunda parte ;)
ResponderEliminarMe encanta la historia. No soy amante de los libros de fantasía, ciencia ficción. Pero si me gusta todo sobre hombres lobos, vampiros, zombis, jiji.
ResponderEliminarMe gusta ese fuego que siente Arisa. Me gusta el nombre elegido.
Gracias por compartir.
Gracias chicas pronto pondre la segunda parte
ResponderEliminarQue gran cominenzo de relato, querida.
ResponderEliminarDeseando leer la siguiente parte. Me ha gustado mucho, May, ^-^. Besicos, Lou
gracias preciosa
EliminarEncantador preciosa!! Dan ganas de seguir leyendo💋💋
ResponderEliminarGracias preciosa
EliminarGuau. ¡Me encanta él! Y Arisa me hace muchísima gracia con lo que piensa jajaja. Pobrecita, va a tener que lidiar con su conversión y con él introduciéndose en su mente cada vez que pueda. Mis buenos presentimientos no me han fallado así que mañana seguiré leyendo (y ya te dejaré la correspondiente pregunta si consigo terminar las cuatro partes que tienes por aquí).
ResponderEliminarComo bien te dije, ya tienes una nueva fan *-*
Saludos <3