Tercera
parte
Me
levantó colocando
una de sus fuertes
manos en mi trasero, pegándome
con fuerza contra uno de los troncos de la encina para llevar su
otra mano a mi pecho
acariciándolo
con urgencia. Pego su cuerpo al mío dejándome
notar su necesidad. Dios me estoy volviendo loca, todo era tan...
—Dilo
Arisa —un gemido escapa
de mis labios —si
no lo consientes pararé.
—Yo...
Kadem
separa
sus labios de mi garganta y me mira a los ojos, no sé
lo que ve
pero me deja con cuidado que mis pies toquen el suelo ¿por
qué para?¿qué
ha visto? Seguramente se había
dado cuenta del error que estaba cometiendo. Él
es un hombre fuerte que ostenta un puesto de importancia y yo una
persona cualquiera a la que habían
mordido una noche, alguien a quien tenía
que controlar para que no cometiera ninguna estupidez.
Una
vez más me he
dejado llevar por la ilusión,
ese fue mi problema la primera vez y lo que me hizo cometer un error
tras otro, ¿por
qué
iba a ser distinto esta vez? Yo no soy nadie importante y él
tiene una familia a la que
mantener y proteger.
—No
es lo que estas pensando.
—¿No?
Eso no es lo que me has demostrado, te has arrepentido.
Me
giro hacia el árbol,
no quiero que me mire,
la vergüenza
se apodera de mi, los ojos me escuecen, sé
que no voy a ser capaz de retener las lágrimas
que se están
apoderando de mi, ya tengo la vista nublada por estas y siempre me
pasa igual, la impotencia y la rabia no me permiten otra cosa que
llorar. Me
muero de ganas de salir
corriendo, ¿a dónde?
Dependo de él
y su
hospitalidad por eso que me tiene que suceder en unos días
el dichoso cambio.
Todo
lo que me esta pasando me supera, nunca he sido una persona fuerte,
al contrario cuando algo me ha pasado y superado siempre he agachado
la mirada y me he dejado guiar por los demás
hasta que he encontrado el momento oportuno de poder salir huyendo.
Eso es lo que estoy esperando en estos momentos, encontrar el
instante de huir y no enfrentar todo lo que me hace sentir.
¿Cómo
voy a luchar por alguien al que no conozco? El mismo no quiere nada
conmigo, estaba oyendo mis pensamientos y se ha
alejado. Las lágrimas
comienzan a caer por mis mejillas cuando los recuerdos me golpean con
violencia.
Noto
mi cuerpo temblando, las emociones se me están escapando de las
manos, no entiendo por que reacciono así, no nos conocemos, no somos
ni amigos, es la segunda vez que hablo con él
desde esa noche pero no puedo controlar como mi corazón
se acelera
en su presencia, como me pican
las
manos por tocarlo y el fuego que recorre mi cuerpo por que me
acaricie.
La sensación
de vacío
que siento al mirarlo y la enorme necesidad de que se meta en mi
interior.
—¿Por
qué
me siento así?
—Te
dije que todo se intensificaba y contigo ahora es peor —posa
sus manos en mis hombros girándome
hacia él —estas
a menos de cuarenta y ocho horas de tu primera transformación.
—Entonces
nada de esto es real —lo encaro
mirándolo a esos ojos suyos
que me tienen
hipnotizada —todo
pasara en dos días.
—No
tiene por que ser así —pude
ver en sus ojos una chispa.
—Tu
lo has dicho,
todo esto tiene que ver con la
transformación —lleva
su mano a mi mejilla acariciándola,
pendiente de mis palabras —no
sientes nada por mi.
—¿Así
lo crees?
Asiento
a mi pesar.
—Me
estabas besando y...
—Tu
has dudado —soltó el
aire, no me había dado cuenta de qué
lo estaba reteniendo —no
quiero forzarte a nada, si crees que lo que estás
sintiendo es por lo que te va a pasar, yo puedo entenderlo.
—Sigues
dándome
la razón.
Mis
piernas tiemblan con fuerza, me mantengo en pie por pura fuerza de
voluntad, quiero escuchar lo
que me dice, pero el miedo al camino que esta
cogiendo esto me tiene
aterrorizada.
Depender
de nuevo de alguien y
más
concretamente de él,
no puede
evitar hacerme sentir
esa alarma interior que me
avisa,
¿pero de qué?
A su lado me siento segura y más
fuerte de lo que nunca me he
sentido.
¡No!
Esta vez no era como la anterior, en mi interior estaba segura de que
él
no me haría ningún daño.
¿Por qué
tenía que ser de esta
manera?,
sentirme fuera de peligro junto a unos extraños, cuando toda mi vida
me he sentido desprotegida, despreciada y desamparada junto a la que
era mi familia; las personas que debían protegerme,
cuidarme y amarme. Las lágrimas
vuelven
a empañar mis ojos y
humedecer mis mejillas, los recuerdos me están matando y ya no puedo
frenarlos. Siempre se ha dicho que las comparaciones son odiosas pero
es inevitable, no podemos evitarlo y ¿cómo
hacerlo?
Tan
solo en unas semanas con ellos me he sentido como realmente soy, he
vuelto a sonreír
y he podido dormir tranquila, al principio solo me preguntaba como
podía
ser y por qué.
—No
sabes lo que me duele que te valores tan poco,
Arisa —me agarra
envolviéndome
con sus brazos, las fuerzas me fallan
—eres increíble,
una mujer excepcional y no lo ves.
—No
me conoces de nada, Kadem.
—No
he dejado de observarte estas semanas y te aseguro que eres un libro
abierto —se separa
un poco y levanta
mi mentón para que lo mire
a los ojos —eres
cariñosa
e increíblemente
preciosa, siempre estas pendiente de los demás
para ayudar en lo que te sea posible, ¿qué
es lo que te han hecho? No entiendo por que no te quieres un poco
más.
—Hago
lo que puedo —sonrió
con desgana —no
es sencillo, más
cuando has pasado toda tu vida sintiéndote
un cero a la izquierda.
—No
me gusta que hables así
de ti.
—Cuando
te pasas la vida entera escuchando ese tipo de cosas es ineviable
—nos
sentamos una vez mas en las raíces
de la encina —.No
todos podemos disfrutar de una familia que te da todo su amor de
forma incondicional —.No
entiendo por que pero necesito
contarlo, sincerarme por una vez —,
nunca
fui una niña
deseada, fui consciente de ello cuando tenía
cuatro años y mi madre me gritó
que me odiaba,
que nunca tendría
que haber nacido. Ella
se quedó
embarazada para enganchar a mi padre, el cual era un empresario con
una increíble
fortuna a su espalda. Y lo logró,
pero su vida no fue tan bonita y glamurosa como ella creyó
ya
que, mi padre
se casó
con ella a la fuerza y nunca la amó.
Ella
solo fue una aventura pasajera. Al poco tiempo ella comenzó a beber,
se excedía
y dejaba en evidencia a mi padre, el cual se acostaba con toda mujer
que se le cruzaba sin importarle si ella lo pillaba o no, pero nunca
se separaron ya que la imagen era muy importante para la familia de
mi padre, el cual cada vez era más
infeliz y yo comencé
a
pagar sus frustraciones. Mi
padre me pegaba palizas diarias ya que si yo no existiera él
no tendría
que estar atado a ella. Con el tiempo y los años todo iba empeorando
y los ataques tanto físicos
por parte de mi padre como los verbales por parte de ella empeoraron,
y
yo comencé a
escaparme y
aceptar cariño
de cualquiera que fuera un poco cariñoso conmigo hasta que caí
en
manos de un cabrón
que sabía
bien de quien era hija.
Lo
miro a los ojos esperando ver
espanto, horror y lástima por lo que le estoy contando pero no es
así.
Hay paciencia y comprensión
en el fondo, me agarra
de la mano e insiste en
que continúe.
—¿Qué
paso después?
—Quedé
embarazada, a esas alturas ya sabía
que no lo amaba que tan solo me había dejado deslumbrar y engatusar
por ese hombre pero ya era demasiado tarde.
Él
fue a hablar con mis padres contándoles
que me había
quedado embarazada y me obligaron a casarme con él
—suspiro
quitándome
las lágrimas
con el dorsal de mi mano libre ya que, la otra sigue entre las suyas
—dicen
que los hijos siempre siguen los pasos de sus padres pero esa nunca
fue mi intención.
Les supliqué
que no me obligaran a hacerlo,
que
no lo amaba pero de nada sirvió,
como era de suponer nos mudamos a vivir a la gran casa de mi familia,
y ahí fue cuando todo empeoró.
Yo
no lo amaba pero si deseaba a ese bebé
que no tenía
culpa de nada. Me centré
en mi embarazo mientras mis padres solo nos despreciaban a los dos.
La
frustración
se apoderó
de él
que no había conseguido nada de lo que había
deseado y las palizas de mi padre fueron sustituidas por las de él
que nunca miró
por nuestro hijo.
Un
día vino completamente borracho y me dio tal paliza que perdía
al bebé.
Estuve
durante meses en un hospital
sola,
nadie
vino a cuidar de mi y tras pensarlo mucho y armándome
de valor,
me escapé
de ese sitio y me oculté
durante meses viviendo en la calle hasta que conseguí
un
trabajo.
—Saliste
de eso tú sola
Arisa, eres fuerte, más
de lo que quieres ver —me acaricia
el rostro —cualquiera
que pasara por lo mismo se hubiera vuelto loco.
—¿Y
qué te dice que no lo estoy?
—No
ves las cosas con claridad —me sonríe
y yo le correspondo sin que la felicidad llegue a mis ojos —todo
por lo que has pasado te ha hecho la persona más
fuerte que he visto en mi vida, no entendía
por que te habías
tomado lo que te pasó
con tanta calma, ahora lo entiendo.
No
deja de sonreír
y yo sigo sin entender por qué
lo hace. Yo
no puedo ver las cosas como él
pero algo en lo que me dice
logra encender una pequeña
luz de esperanza. Todos ellos habían
confiado en mi desde el primer momento, me habían
abierto las puertas de su hogar y me apoyaban sin pedir nada a
cambio.
Sabía
que tenía
que empezar a confiar en mi misma, si no lo hacía
yo nadie más
lo haría
y esta era una ocasión
tan buena como cualquier otra, ya no estaba sola y era plenamente
consciente de ello.
—¿De
verdad ves eso en mi?
—Veo
mucho más,
pero por mucho que yo te lo diga has de verlo tu misma.
—¿No
vas a volver a desaparecer? —no
entendía
por qué lo pregunto
pero puedo sentir que lo necesito
a mi lado.
—Si
así lo quieres no
volveré a
alejarme de ti.
—No
lo hagas.
Tira
de mi mano llevándome
hacia su cuerpo, levanta
mi mentón y se apodera
de mis labios. Todo mi cuerpo se encendía
en segundos y esa necesidad que me provocaba vuelve a resurgir, ante
la urgencia y el deseo de su beso. Mi
boca se abre
ligeramente dándole
paso a su lengua que entra
arrasando mi interior,
urgiendo a la mía
para que salga a su encuentro. Mi ropa interior se humedece y mi
cuerpo se remueve inquieto bajo el incomodo roce de la ropa, como si
se tratara de un genio de la lámpara
y yo acabara de pedir un deseo comienza a desnudarme muy despacio.
Con urgencia se deshace de su ropa y cogiéndome
en volandas nos lleva
hasta el lago sin apartar sus labios de los míos
en ningún
momento.
Me
siento
embriagada, mis pensamientos no son coherentes y solo deseo
que no pare.
Me
hace sentir deseada entre sus brazos y no quería
que eso acabase nunca. Me había abierto a él,
por primera vez en la vida había
puesto en palabras esos
años
de sufrimiento. Kadem consiguió
lo
que nadie nunca había
logrado, por ello en ese preciso momento supe que sin ser consciente
de ello me había
enamorado de ese hombre. No era solo el que mi cuerpo reaccionara a
sus caricias,
a las atenciones que estaba teniendo conmigo, era mucho más.
—No
hay un por que —comienza
a besar mi yugular mientras sus manos acarician el interior de mis
piernas llegando a mi intimidad que palpita
de necesidad por sus roces —fuiste tú
desde el momento que te vi
allí tendida
inconsciente, todo mi cuerpo reaccionó y
mi corazón se aceleró.
Sus
palabras me embriagan,
pero no podía,
¿cómo
creerle después
de todo por lo que había
pasado? No
iba a ser una tarea fácil
pero quería.
Claro
que quería confiar en él, en lo
que me contaba, la confianza que me mostraba en sus palabras, en su
mirada, me empujaban a querer lo que en el fondo de sus ojos
prometía.
—Kadem,
yo no se si…
—me calla
posando sus labios en los míos.
—¿Por
qué no puedes dejarte llevar? Es simple Arisa —no
aparta sus ojos de los míos
—si
te concentraras lo notarias, podrías oír
mis pensamientos y sentimientos, estos no mienten y sé
que te sorprenderías, podrías
confiar y dejarte llevar por lo que estas sintiendo.
No
puedo evitar la lucha
interna que se ha
desatado en mi interior, quiero dejarme llevar pero el miedo a que la
historia se repita
me echa atrás.
Él
seguía
acariciando mi piel que
arde y tiembla en contraste con el agua fría.
Intento
concentrarme, liberar ese
miedo y tensión
par poder acceder a sus pensamientos, como él
había dicho ahí
podría ver la verdad, ver lo
que sentía,
si me engañaba me
decepcionaría
como hicieron todas las personas que tendrían
que haberme protegido y cuidado.
Kadem
me mira a los ojos una vez más
y levanta mi mentón con
suavidad para
posar sus labios sobre los míos
con la cadencia del que quiere demostrar en ese gesto todo lo que
siente. Un flash cruza
mi mente y fue como si unas enormes puertas se abrieran ante mi
mostrándome
imágenes
que no conseguía
reconocer, ya que nada de lo que estaba presenciando me pertenecía,
los recuerdos que estaba presenciando eran de Kadem.
Podía
verlo cuando era un niño y todo el amor que lo rodeaba, estaba
viendo el momento en que se transformó
en lobo por primera vez y el orgullo que sentían
sus padres. La imagen cambió
de golpe,
posiblemente habían
pasado un par de años y todo estaba oscuro, pero de fondo pude ver
como una intensa luz engullía
el campamento, estaban siendo atacados y pude ver como lo estaba
perdiendo todo, solo unos pocos niños
salieron con vida gracias al sacrificio que habían
hecho sus padres ocultándolos
de sus atacantes. La escena cambió una vez más
y pude ver como eran recogidos por una manada que los acogió
pero
con el tiempo, el trato hacia ellos cambió y los maltratos y
desprecios se sucedían
con frecuencia. Pude
ver como a pesar de que aun eran unos cachorros tomaron
la decisión
de huir todos juntos y lograr formar su propia manada manteniendo con
vida el amor y las enseñanzas de los suyos, de sus padres.
Concentro
mis ojos en los suyos y una lágrima
cae
sin que pueda
retenerla; él
la recogió con
suavidad. Lo habían
pasado tan mal y en todo momento siempre confiaron los unos en los
otros ayudándose
y protegiéndose.
Podía
sentir lo orgulloso que se sentía
de ellos, de los que eran su familia y podía
oír lo que pensaba de cada
uno de ellos.
—¿Ves
como no es tan difícil? —me está
hablando mentalmente y no puedo evitar dar un bote al sentir su voz
calmada en mi interior —solo
has de confiar, no estas sola, nunca permitiré
que nada te pase, formas parte
de nuestra familia.
—Sigo
sin entender que es lo que ves en mi —le
hablo de la misma forma dejando que una sonrisa asome
en mi rostro, él
corresponde de la misma forma
—¿qué
tengo yo de especial?
—Todo
Arisa, lo tienes todo —con
calma y cuidado vuelve a pegarse a mi, repartiendo dulces besos por
mi rostro —eres
fuerte, valiente, preciosa...
Me
dejo llevar por sus palabras,
¿por qué,
no? Me he pasado la vida
entera protegiéndome
del daño que me
causaban las personas que más
tendrían
que haberme querido y estaba cansada, Kadem me estaba brindando la
oportunidad de tener una familia que me apreciaba y quería
y el amor, su amor incondicional. Podía
sentir como nuestros latidos estaban acompasados, como si latieran
gracias al otro, sin ser consciente entre nosotros se estaba creando
un lazo que se reforzaba con cada palabra, con cada gesto y me
gustaba sentirme así
formando parte de algo.
Posa
su mano en mi cintura y me atrae una vez más
hacia el besándome,
acariciándome,
continuando donde lo habíamos
dejado, encendiendo mi cuerpo con sus mimos y caricias. Me dejo
llevar posando mis manos en sus hombros comenzando a acariciar su
corto cabello oscuro. Me lleva hasta la orilla para tumbarme y
colocarse encima de mi,
no deja de mirarme ni
un segundo, pendiente de mis gemidos, de mis reacciones buscando mi
placer en todo momento. Mi cuerpo se tensa
y lo busca
en cada caricia, cada beso que reparte
por mi cuerpo. Siento
como su miembro tenso, erecto, se prepara
para invadirme,
se aproxima tentando el
terreno que ya esta
preparado para él.
Se
introduce despacio invadiendo
cada rincón,
llenándome
por completo, ocupando un vacío
en mi interior. Mi cuerpo lo acepta, lo necesita con ansiedad,
comienza
a moverse muy despacio al principio, acelerando poco a poco. Abro
mis ojos que se enganchan
a los suyos, esta
pendiente de mi, de mis reacciones de placer y sonríe
feliz, le correspondo
asintiendo a la suplica muda que veo en sus ojos. Sus embestidas se
vuelven más
certeras, más
precisas encendiendo un placer inesperado en mi cuerpo, el fuego me
arrasa preparándome
para un orgasmo devastador que ya no puedo
controlar. Engancha
mis labios besándome
con urgencia y deseo, él
también está
al límite
pero los dos intentábamos
alargar el momento, no queremos que el placer cese y nuestros cuerpos
tengan que separarse.
—Hazlo
Arisa, córrete conmigo.
Su
voz fue un susurro cargado de deseo, ante sus palabras no puedo
contenerme más
y todo explota
en mi interior, mi cuerpo tiembla por los espasmos de placer notando
como Kadem se derramaba en mi interior. Nuestras respiraciones
agitadas no nos permitían
hablar, lo miro a los ojos y todo tuvo sentido, todo se aclara
en mi mente.
Puedo
ver con total claridad que desde este
momento nunca más
volvería a sentirme sola. Kadem me había
entregado todo lo que era y yo le había
correspondido del mismo modo.
Sale
de mi interior con calma, como si no quisiera, lo mismo que me pasa
a mi. Se levanta
arrastrándome con él
y volvemos al interior del lago donde seguimos acariciándonos.
Hablamos de todo intentando conocernos mejor, pero ninguno de los dos
quiso hablar de lo que pasaría
en unas horas, ni de la preocupación
que él sentía
por quien me había
transformado.
Me tienes intrigada... Me está gustando mucho.
ResponderEliminarY el final, ¿para cuando?
¡ Lo quiero ya!
Besos,guapa.😚 😘 😘
El final ya pronto ya que es un relato de cuatro partes asi que ya queda nada amor y gracias por tus palabras
Eliminar¡Guau! Esta parte me ha encantado, ella ha empezado a dejarse llevar, ha entendido que no todo en la vida es malo y que puede confiar en él. Casi me haces llorar, ains jeje.
ResponderEliminarSaludos <3