Segunda
parte
Las
semanas fueron pasando y cada vez me era más fácil
sobrellevar lo que me había pasado, si claro que seguía sin
entender por qué
a mi. Es algo que no
puedo entender ya que, nunca he tenido nada especial mi vida, ha sido
solo mía mejor o peor y nunca le he hecho
nada malo a nadie. El dolor había cesado aunque sabía
que era un simple paréntesis, en unos días
llegaría el momento de mi primera
transformación, la primera de muchas en lo que ahora era mi vida.
Aquel
mismo día me presentó a toda la familia,
o así es como Kadem los llamó. Aunque la tensión
en un primer momento fue palpable, todos ellos se han portado genial
conmigo aunque aun no he conseguido abrirme a ellos, no es fácil,
mucho menos cuando tienes un pasado lleno de desconfianza y soledad
como el mío, y aun así hacen lo posible
por que yo me encuentre bien y a gusto con ellos.
Estoy
segura de que los saco de sus casillas en más
de una ocasión pero están
teniendo mucha paciencia al igual que con los entrenamientos. Todos
ellos me ayudan cada día y me entrenan no solo para que sepa
defenderme ya que, aunque no me han contado mucho, tras ellos, sus
entrenamientos y todo lo que los rodea hay algo que se me escapa.
Me
dirigí a la sala de entreno pues me tocaba a
primera hora, lo que no tenía
muy claro era a quien le tocaba el turno de aguantarme. ¿Qué
se esperaba? Yo me había criado entre algodones aunque siempre
estuviera sola.
Los
recuerdos habían decidido asaltarme, todo
se repetía en mi mente mezclando pasado y
presente, no podía
dejar que eso pasara o me sentiría
superada y no serviría para nada. Kadem me
había dejado las cosas muy claras ese
primer día, no podía
dejar que las emociones me superaran, pero no estaba siendo fácil,
las emociones y sentimientos me abordaban con una fuerza brutal como
si una bola de demolición se lanzara
directa a mi corazón con cada latido de
este. Abrí la puerta corredera y entré
con los ojos clavados en el suelo y resoplando.
—Veo
que me han mentido —alcé los ojos
directos a esa voz que llevaba semanas sin escuchar, todo mi cuerpo
se aceleró y noté
una vez más ese volcán
explotando en mi interior —esa no es la
mejor actitud para un entrenamiento.
—¡Tú!
—no sabía que estaba
enfadada con él hasta que lo tuve
enfrente.
—¿Tanto
te sorprende?
—No,
claro que no.
Me
sentí expuesta, las piernas me comenzaron a
temblar y me iba mosqueando por momentos. Sus palabras hablando ese
día de lo importante que era la familia, que
tenía que hacer
un esfuerzo por integrarme ya que, de esa
manera superaría mejor el proceso de la
transformación me golpearon directo al
pecho. Tras ese día desapareció, no volví
a verlo y eso me torturaba, seguía
haciéndolo.
Me
aseguró que él estaría
a mi lado, que no me dejaría
sola y desapareció.
—Mientes.
—Una sonrisa de superioridad cruzó
sus labios y yo me pasé la lengua por los
míos resecos —Ya
te olvidaste que puedo leerte.
—No
lo he olvidado —cada vez me sentía
más furiosa —¡Deja
de meterte en mi mente! No estaría de más
un poco de respeto e intimidad.
—Pides
demasiado.
Por
lo visto se había propuesto sacarme de mis casillas, y las piernas
no dejaban de temblarme.
—¿En
serio? —di unos pasos hacia él
intentando que no se notara lo nerviosa que estaba, intentando
bloquear mi mente como me habían intentado
enseñar estas semanas —No
lo veo una petición tan descabellada, no
me conoces de nada, no tienes derecho alguno a invadir mi mente sin
mi consentimiento.
—No
entiendo por que te pones de esa manera —ahora
fue él quien se acercó
a mi, estábamos demasiado cerca, peligrosamente
cerca —todos se meten
en tu mente y no te quejas, eres una buena alumna con ganas de
aprender e integrarte según sus palabras,
¿y a mi me lo prohibes?
—Ellos
se han encargado de entrenarme, lo han hecho con un motivo.
—Lo
mismo que yo.
—No,
—volví a humedecerme
los labios con los ojos fijos en los suyos notando como mi cuerpo se
encendía y mi ropa interior se humedecía
—tu no has estado para nada este tiempo y
ahora...
—¿Ahora
te toca aguantarme? —Intenté
apartarme de él —que no haya estado aquí
todos los días no
quiere decir que no haya estado pendiente, lo has hecho genial Arisa
me siento muy orgulloso.
Mi
corazón dio un vuelco, no entendía
por que había necesitado esas palabras. Había
estado pendiente de mi pero aun así me había
dejado sola y eso me dolía. No sé
por qué pero lo había extrañado
y necesitado.
—Entonces,
me vas a entrenar hoy —no fue una
pregunta, me sonrió y volvió a
salvar la distancia que yo había impuesto entre nuestros cuerpos
—¿Qué me vas a enseñar?
—Hoy
quiero que te lo tomes con calma, no dejas de darle vueltas a la
transformación y necesitas relajarte.
Si
claro y con él a mi lado iba a lograrlo,
sonreí, yo no era consciente pero él
tampoco de lo nerviosa que me ponía estar
cerca de su cuerpo musculado, de las ganas que me abrasaban por
tocarlo y sentirlo desde el mismo día que lo conocí.
Yo
misma me había sorprendido deseando que hubiera sido él
quien me mordiera. En una de mis clases teóricas
me contaron que cuando te muerden se crea un vinculo entre creador y
creado pero eso no me estaba pasando a mi. No tenía
la necesidad de estar cerca de mi creador, ni siquiera pensaba en él,
no sentía ni odio ni rencor,
algo que sorprendió a todos pero que para
mi me fue indiferente. Sé que tendría
que odiarlo pero no sentía nada hacia ese
ser.
Lo
que más me fastidiaba es que él
se estaba dando cuenta de todo y estaba haciendo un esfuerzo para que
no se le notara, que no fuera tan evidente y no lo estaba logrando.
Mis mejillas se encendieron a la vez que el fuego volvía a
arrasar, destrozando mi
cuerpo y dando paso a imágenes de él
invadiendo no solo mi espacio, también mi
cuerpo, cubriéndolo y acariciándolo
con sus grandes manos.
—No,
no puedo seguir imaginando esas cosas con un hombre que ha huido de
mi todo este tiempo —pensé
apartándome con
brusquedad perdiendo el equilibrio.
Sus
manos me agarraron por el brazo pegándome
a su cuerpo caliente y un gemido escapó
de mis labios involuntariamente.
—Si
sigues por ese camino... —su voz sensual
se oscureció y sus ojos brillaron con el
dorado más hermoso que nunca había
visto.
—Necesitare
una ducha fría —rompió a reír, una
risa increíble que llegó
a mi corazón —¿me lo vas a negar?
—Conozco
un método mucho más
efectivo —asentí como una boba, ¿pero
qué me pasaba con este hombre? ¿por
qué actuaba de esa manera con él?
—Si
claro, no me extraña siempre es lo mismo.
Volví
a separarme de su cuerpo, tenía
que recuperar mi espacio vital y pensar en frío, no puedo dejar que
me invada de esa manera, no soy nada para
él, solo un error que tiene que subsanar y
controlar. Lo miré esperando que
reaccionara e hiciera algo, se suponía que
tenía que
relajarme, pasar un buen día pero sabía
que para eso Kadem había
tramado algo, así
que aspiré e
inspiré hondo a la espera de que fuera el
quien moviera pieza de una vez.
Salimos
de allí y con él
unos pasos por delante me guió por un terreno escarpado y elevado.
No podía dejar de mirar a mi alrededor disfrutando del paisaje, del
precioso bosque por el que me llevaba, la fusión
entre el verde llamativo y el marrón
apagado era perfecta. Con cada respiración
mis pulmones se llenaban del aire más puro
que nunca había respirado. Una de mis aficiones era el senderismo,
era algo que me había podido permitir siempre ya que, me
hacía sentir libre, sin
nadie que me presionara, que intentara controlar mi vida.
Sin
darme cuenta y prendada de todo lo que me rodeaba me topé
con su espalda, se había parado y yo no me había dado cuenta, fue
cuando fui consciente de que podía oír
hasta el más leve rumor de vida, los
pájaros, todo tipo de insectos pero en
ningún momento sus pasos. Me aparté
unos centímetros pendiente de lo que hacía
intentando captar sus pensamientos o sentimientos como él
podía hacer conmigo. El resto de ellos podían
meterse en mi mente, captaban algunos de mis pensamientos pero a un
nivel más leve.
Me
di cuenta de inmediato, con él todo era
más intenso, pensé que debía
de ser por que él era el “macho
alfa” , Kadem no solo mandaba sobre
ellos, los cuidaba y protegía.
—¿En
que piensas? —se giró hacia mi, la
intensidad de su mirada hizo estremecer mi cuerpo, las piernas me
temblaron.
—En
lo bonito que es todo esto —levantó
una ceja, no me creía —no conocía
este lugar.
—Este
sitio esta muy apartado de lo que conoces —me
tendió la mano para que lo acompañara,
sonreí tímida colocando la mía
sobre la suya —vengo aquí muy
a menudo. ¿Lo oyes?
Preste
atención, en un principio oí más
de lo mismo, la vida que nos rodeaba pero centrándome
un poco más comencé a
escuchar el leve rumor de una cascada que se fusionaba con el latido
de un corazón, su corazón.
Todo
estaba en una increíble sincronía,
todo mi cuerpo comenzaba a relajarse y unirse a lo
que me rodeaba. Lo miré una vez más
y por instinto me mordí el labio inferior,
por mucho que lo intentara su presencia activaba mi cuerpo, la
humedad me invadió una vez más
y vi como frenaba y respiraba hondo sin mirarme, volví a
ponerme colorada.
—Yo...
—Se
supone que esto lo hacemos para que te relajes, que dejes esa tensión
que te acompaña de lado y puedas resolver cualquier duda —paramos
frente a un precioso lago y giró su cuerpo
para encararme sin soltar mi mano en ningún
momento —contestaré todas tus preguntas.
Pero
solo había dos preguntas que me acosaban
desde que lo conocí esa noche en la que me atacaron y cambiaron mi
vida; dos preguntas que no estaba preparada
para hacer. Tenía
miedo a las respuestas que pudiera darme si es que podía hacerlo.
Nunca había sido una mujer valiente, mi vida la habían
manejado terceras personas y yo simplemente había hecho lo que se
separaba de mi.
Estaba
claro que me había comportado como alguien sumiso y bien he sabido
siempre por que, solo he tenido miedo a revelarme a mostrarme tal
cual soy, el problema inmediato es que ahora que estoy lejos de ese
mundo que me tenía
encadenada, ahora que podría ser yo misma me he perdido a mi misma y
no consigo encontrarme.
—Claro
que tengo preguntas —separé mi mano de
la suya y un frío que llegaba a hacerme daño me invadió
—dos concretamente.
Se
sentó sobre el tronco de una enorme encina de
aspecto centenario, es de tallo doble y la
suelen llamar las gemelas. Esta
daba sombra
cubriendo parte del lago que era el pie de una preciosa cascada
cubierta por un precioso arco iris, la imagen más
hermosa que había visto nunca. Todo lo que nos rodeaba era increíble
y podía notar como Kadem me miraba atento
a mis reacciones.
—Pregúntame
lo que sea Arisa, no te cortes.
—No
es tan fácil Kadem —un escalofrío
recorrió su cuerpo y cerró
los ojos cuando su nombre salió de mis labios —no sé
si quiero escuchar la respuesta.
Estaba
siendo una cobarde, lo sé, pero era
superior a mi, aun no estaba preparada y él
lo notaba pendiente como estaba de mi y mis reacciones.
—Sé
que no es nada fácil pero eres fuerte,
solo necesitas
confiar más en ti.
—¿Eso
es lo que te han contado? —me levanté
de golpe. ¿Por qué me
molestaba tanto lo que me decía? —Lo
ves muy sencillo, no me conoces, ni sabes nada de como era mi vida
antes de que pasara esto.
—No
sé nada por que no te abres, te pedí
que confiaras pero te encierras en ti misma.
—No
has estado en estas semanas —mi tono se
endureció y alcé más
la voz —¿Cómo
pretendes que confíe si te has alejado de
mi?, me has dejado sola.
—¿Así
es como lo ves? —se levantó
pasando sus manos por mis brazos, una vez más
ese fuego devoró mi cuerpo que comenzó a
temblar de necesidad y rabia —he estado
cerca todo el tiempo pero tú no has
querido verlo.
—¿Por
qué a mi? Un solo mordisco y mi vida
entera esta patas arriba.
—Lo
estas viendo como un final —levantó
mi mentón enganchando sus ojos a los míos
que escocían de retener unas lágrimas
que querían derramarse por la impotencia
—y no es así, es un comienzo, una vida
donde puedes ser tu misma.
—¿Y
quién soy? —al
final, las lágrimas
cayeron rebeldes por mucho
que intenté retenerlas —ni
yo misma lo sé.
Me
cubrió con sus enormes y fuertes brazos
intentando protegerme del dolor que sentía,
de todo lo que me estaba haciendo daño y que había estado
reteniendo en el fondo de mi ser. Una
vez más me había
comportado como creía que era lo debido,
como se suponía que esperaban de mi.
Una
vez más había sido la chica servicial
obediente y sumisa que me habían enseñado
a ser durante mis veintisiete años.
—Eres
una mujer fuerte increíblemente sensible y
bonita que se siente perdida —alcé mis
ojos sin apartarme del calor de su pecho y me sonrió —solo
necesitas derribar esas corazas que tu misma has levantado para
protegerte de todos los que te han herido durante este
tiempo. Te has ganado el cariño de todos en muy pocas semanas y
siento mucho haberme alejado de ti, sé que
he roto mi promesa y que te he hecho daño,
no era mi intención y espero que puedas
perdonarme. Si así lo quieres no volveré a
alejarme de ti pero prométeme que vas a
intentarlo, que vas a dejarte llevar y
abrirte a los demás.
Bajé
los párpados y dejé que cada una de sus
palabras calara en mi interior, llenándome
de calor y fuerzas para lograr lo que me estaba pidiendo. No era nada
tan descabellado ni tenía
por que ser tan difícil como me lo parecía
en ese momento.
—¿Cómo?
—Solo
tienes que confiar y dejarte llevar.
Alcé
mi rostro para mirarlo y sin previo aviso, cubrió sus
labios con los míos arrasando con urgencia
y ternura a la vez, exigiendo y poseyendo
sin ser agresivo. Cerré los ojos me dejé
llevar.
Me encanta, May. Un saludo!!! Esperando leer más bss
ResponderEliminarAy ¡ay! Hasta yo he sentido el fuego que consumía a Arisa jajaja. Eso sí, casi me haces llorar cuando ella lo hizo, joder... Que pena me ha dado leer esa parte. Y ese final... Ains, lo siento pero tendré que continuar por la mañana xD.
ResponderEliminarUn placer haber empezado a leerte con este relato *-*
Saludos <3